Era un idiota, pese a todo ese tiempo en la oscuridad, pese a la experiencia de haber vivido eso cientos de veces ¿Cómo no se dio cuenta que los estaban acechando?
—¡Sosténganlo bien!
—¡Traigan más calmantes!
Ya cuando atardecía empezó percibir movimientos extraños en el alrededor, y cuando quiso decírselo a su abuela ésta lo empujó bruscamente detrás de ella. Para cuando quiso preguntar qué ocurría se vieron rodeados.
Unos tipejos de negro que le recordaban a sus captores.
—¡Señor! ¡Usamos todos los calmantes en la mujer!
Layla cayó primero, intentando protegerlo recibió dos dardos y aún así ella combatió arduamente mandando a volar a unos cuantos. Pero la incapacidad en su pierna y los efectos de los sedantes la hicieron caer pronto, y ahora el forcejeaba con cinco hombres que lo querían separar de ella.
—Wow, es un niño y cinco ex militares entrenados apenas pueden retenerlos—Quien parecía ser el líder lo miraba a él y a la mujer de forma maliciosa—estas bestias en serio son especiales.
Karma mordió la mano de uno y lanzó una patada a otro, en el despiste logra zafarse y ponerse de pie pero entonces el líder alza del cabello a la mujer y coloca un arma bajo su cuello.
—Ríndete chico, sabes lo que pasará si no—Ordena, Karma se tensa ante la mirada de la mujer que le imploraba que se olvidara de ella y huyera, pero aún así es incapaz de hacerlo, baja los brazos rindiéndose.
Siente un punzante dolor en su hombro y la mancha roja de su propia sangre, el hombre sólo alejó el arma del cuerpo de la mujer para dispararle.
—¡Karma!—Escucha gritar a Layla mientras cae al suelo de rodillas con la mano en la herida. El hombre la tira del cabello para evitar que se le acercara.
—Quieta fresita, ya deberías saber que para matar a los tuyos se requiere más que un disparo en el hombro—La arroja a un lado con fuerza, así sus subordinados la retendrían contra el suelo. El chico estaba en el suelo y sosteniendo su herida sangrante, pero sin quitar esa mirada de coraje y de desprecio puro. Sonríe con sorna mientras se le acerca—que buenos ojos tienes mocoso. Tu abuela ya es una inútil para participar en nuestros juegos así que la buscábamos para un “proyecto especial”, pero si tú participas y te vuelves campeón, podrías cuidar a tu vieja como lo necesita.
—Púdrete—Dice escupiéndole en los zapatos, él sólo ríe en respuesta.
—No fue una pregunta—Responde antes de propinarle un puñetazo en el rostro—súbanlos al camión y vigilen que no haya testigos—Gritó, mientras sobaba sus nudillos, el mocoso resultó tener cara dura.
La cabeza le daba vueltas y la mejilla le dolía, podía ver a su abuela convaleciente siendo arrastrada. Quería ponerse de pie, darle su merecido a esos bastardos, pero el cuerpo le dolía y no pudo forcejear ni cuando lo cargaron como costal sobre un hombro.
El atardecer cayó y Karma podía ver la noche asomarse. Ya sea que esté delirando o la naturaleza se apiadó de su estado, ahora estaba viendo una hermosa luna azul.
—Ya subí a la mujer, dame al mocoso—Escuchó decir a otro hombre, el que lo cargaba le estaba diciendo algo que no alcanzaba entender sobre “tener cuidado” y que “está perdiendo mucha sangre”.
Pero en su lugar escuchó otra voz mucho más clara y agradable.
—Quita tus sucias manos de él—El tono era muy despectivo y helaba las venas, pero le llenaba infinitamente el interior.
El olor a sangre llenó sus fosas nasales y quien lo cargaba lo soltó, para su suerte el suelo no lo recibió sino unos brazos cálidos. Pudo recuperar las suficientes fuerzas para alzar la cabeza y ver esos ojos azules cual laguna.
—Nagi…
—Shh no hables, descansa todo va estar bien—Dice, pero sin borrar del todo esa mueca de enojo en su rostro, se arrancó un trozo de tela del suéter gris que llevaba y lo ató ajustado en su hombro.
Pero Karma no quería eso, necesitaba decirle algo, aquello que entendió justo cuando volvió a verlo. Pero como mala jugada del destino escuchó voces anunciando un “intruso” acercándose, Nagisa lo recargó con cuidado contra un árbol y le miró a los ojos.
—Volveré en seguida, no te muevas.
—Espera…—Pero aún con su petición el mayor desapareció de su vista rápidamente, Karma frunció los labios aún con la cabeza dándole vueltas y el dolor a flor de piel. No podía quedarse allí, si esos tipejos lograron arrinconarlo a él y a su abuela, Nagisa mucho menos tendrá oportunidad.
Logró apoyarse en el tronco para ponerse de pie, y caminar tambaleante hacia los grandes vehículos en donde habían venido esos hombres. El recorrido se le hizo eterno con el dolor, pero la idea de que Nagisa o su abuela estuvieran en peligro no lo hacía mermar.
Eran tres vehículos, uno junto al otro, dos parecían cerrados pero del último justo caía un hombre muerto hacia el suelo. Era un camino de cadáveres, con cortadas y puñaladas en puntos claves como la garganta. Era un trabajo mucho más estilizado comparado al suyo, que machacaba hasta que se rompían los huesos.
—¡Perdiste mocoso! ¡Conozco a los de tu tipo y sé que en el momento en que son descubiertos se les termina el juego!
Karma se tensa, es la voz del líder, cuya musculatura era mayor de la de Terasaka y un puñetazo lo dejó con la cabeza dando vueltas. Se apresura a llegar y lo que encuentra lo asusta, su abuela se encuentra inconsciente en una esquina con más dardos en el cuerpo. El sujeto tenía un cuchillo pequeño clavado en el hombro pero aún así mantenía una postura de ataque y una mirada con ansias de pelea.
Nagisa sostenía con la guardia alta un cuchillo largo y de hoja delgada, con un adorno de serpiente en la empuñadura. Su mirada era muy distinta a las que usualmente le mostraba antes. Brillante, aguda, intimidante, nunca lo vio en él pero aún así la reconoció, la había visto en sí mismo cuando la sangre de sus víctimas reflejaba su rostro.
Era la mirada de un depredador.
Se sobresaltó cuando de repente Nagisa sale corriendo hacia el sujeto, quiere detenerlo pero las fuerzas no le dan.
—¡No, Nagisa! ¡Alto!—Intenta advertirle, ya que su experiencia e instintos para las peleas le han agudizado para saber que el contrincante tiene la defensa demasiado alta y atacar de frente es un grave error.
Pero es muy tarde, como lo previó el hombre con una sonrisa de burla propina una potente patada al estómago de Nagisa, apenas pudo hacerle una cortada leve en la pierna antes de ser mandado contra la pared.
—¡Nagisa!—Karma se apresura cuanto le permite el cuerpo hacia Nagisa, el flequillo cubre sus ojos pero puede ver un hilo de saliva bajar por sus labios—Nagisa…—lo llama mientras con todo el cuidado que puede limpia su boca.
—¡Gol! ¡Jajaja!—Karma voltea con la ira en su mirada, lo mataría, aunque fuese lo último que hiciera lo mataría.
Pero en cuanto se puso de pie sintió un tirón leve en su chaqueta haciéndolo voltear, encontrándose con la mirada azulada de Nagisa y su rostro lúcido aparentemente bien. Un ruido de tos desagradable lo distrae por un momento del contrario, el tipo que hace un momento se reía jactándose ahora poseía una expresión de shock en su cara mientras sangre le brotaba de la boca, cayó al suelo como el tronco de un árbol cortado.
—Me sorprendiste Karma, no pensé que podrías caminar tras haber perdido tanta sangre—Le dijo Nagisa, levantándose sin mucha dificulta.
—No, el sorprendido soy yo…—Dijo, dirigiendo una mirada un tanto incrédula al mayor—¿Qué le pasó?
—Es un veneno especial—Le explica, mostrando la hoja de su cuchillo del cual escurría un líquido traslucido del mango—tiene efecto a los pocos segundos.
Karma lo observaba en una mezcla de incredulidad y asombro.
—Luces como un ratón indefenso pero usas eso como arma…—Nagisa no le dio importancia a su comentario, en su lugar puso una expresión preocupada.
—¿Te duele tu herida?
—He tenido peores—Responde mirando nuevamente su hombro que por fortuna dejó de sangrar.
Notó que el cuerpo de Nagisa se alejaba así que se apresuró en aferrarse a su suéter, el peli azul parpadeó sin mostrar gran expresión.
—Karma, suéltame, estoy cubierto de sangre ¿No te da miedo?—Dijo con suavidad, el menor se sorprende, hasta ahora no había notado las manchas rojas y el líquido goteando de la vestimenta del mayor.
O en realidad no le dio importancia.
—Hoy vi algo de ti que no conocía, nunca hubiese imaginado que tenías ese tipo de mirada, si… supongo que me asusté un poco…—Decía meditativo.
La mirada de Nagisa se ensombreció y volvió a retroceder, mostrar ese lado suyo era justo lo que quería evitar, no quería volver a ver esa expresión ahora en el rostro de Karma. No en el de él…
—A-Aléjate… monstruo…
Karma tomó sus manos, deteniéndolo de improviso para su sorpresa.
—Pero no me das miedo, sigues siendo tú—Explica, y Nagisa abre los ojos incrédulo y desconcertado—Nagisa, yo no soy feliz con esto—la confusión que mostraba el contrario le recordó la suya propia, eso lo hacía entender mejor—dijiste que esto era lo que necesitaba, que era lo mejor. Pero como lo pensaba realmente no tengo lo que necesito para tener una vida nueva… es umm…
Pierde el hilo de las palabras y tiene que desviar la mirada para pensar, Nagisa guarda silencio sin saber bien qué hacer, medio confuso medio feliz, embriagado por la calidez en el pecho por ser aceptado como es.
—Es… como tu departamento—Dice por fin consiguiendo nuevamente la atención del mayor—oscuro, frío y como si nadie lo habitara, aún cuando estoy con la abuela no puedo evitar que una parte de mi se sienta así…
—¿Karma?—Llama, aún sin comprender del todo lo que estaba oyendo, hasta que el menor lo miró a los ojos, con un brillo distinto en los ojos.
—Nagisa, sin ti, aún estando con cualquiera, estoy sólo—Dice por fin, sacando al fin aquello quería decirle desde que lo vio partir en la oscuridad.
Nagisa se vio sorprendido, absorto, con vigor en el pecho y la mirada volviéndose aguada por el revoltijo de sentimientos. Quizás entendiendo su estado Karma lo abraza, y el acepta el gesto esbozando un sonrisa por lo bajo.
—Qué cosas dices…—Susurra, limpiando con el dedo la lágrima que quería escapar de su ojo—¿Qué se supone haré contigo?
—¿Ir a casa quizás?—Nagisa levanta la mirada y ve a Layla de pie recargada en la pared, sangrando un poco y sonriendo tenuemente—a su verdadera casa… donde pertenece.
Al bajar la mirada divisa la mirada fija de Karma sobre si, Nagisa sólo puede sonreírle rendido.
oh, santa madre, me encanta