Capítulo 26: Regalo.

La fiesta fue agradable, aunque las cosas se pusieron un tanto alocadas cuando Karma propuso una competencia de vencidas en vez de romper la clásica piñata. Tanto Ritsu como Terasaka saltaron para ser los primeros contrincantes del cumpleañero, mientras que Nagisa tragó grueso al escuchar el castigo del perdedor.

Un cariñoso coscorrón en la cabeza al estilo yato.

Las cosas terminaron así, Ritsu y Karma poseían numerosos chichones en la cabeza porque, asombrosamente, Layla era la campeona en cuanto a vencidas de su difunto clan, aún cuando tenía un brazo para su nieto y el otro para la yato de púrpura no eran rivales aparentes, y ambos procedían a agachar la cabeza con muecas de frustración mientras recibían los amorosos y potentes coscorrones de la mujer.

El resto de invitados eran espectadores que, en parte incitados por la emoción y otra por buenas dosis de ponche, apostaban caramelos y galletas por ver hasta donde llegarían los contrincantes antes de caer inconscientes por otro amoroso coscorrón. Por cierto, la mayoría las ganó Asano.

Ah, y sobre Terasaka, bueno, basta con decir que el pobre fue llevado a urgencias por lesiones sobre humanas en la cabeza. Nagisa sólo pudo pedir que su físico corpulento y el alcohol lo ayuden.

Hubo cierto momento en la que se sintió irremediablemente ansioso, durante la entrega de obsequios, observó como esa chica de trenzas que se le confesó a Karma, la cual el peli rojo la presentó como Okuda Manami con quien cabe resaltar llamó “amiga” durante la presentación, feliz le entregaba un presente con un hermoso papel rojizo con detalles dorados.

Aunque no lo veía, sus instintos le gritaban que adentro había un peluche de oso con un corazón rojo, y efectivamente lo era cuando vio al peli rojo abrir el paquete mostrando el animal de felpa de pelaje blanco.

Mientras le veía sonreír y rodear a la chica con un brazo por lo hombros, Nagisa sentía el amargo sabor de los celos en su boca.

Debió comprar ese enorme panda de aquella tienda de regalos, le daba igual que sólo era una decoración y que no pudiera salir por la puerta. Pensaba que eso era mejor que el tonto globo de cristal con estrellas en su interior.

Pero ver a Karma tan feliz le hacía llevadero todo.

Terminada la fiesta, ambos quedaron solos en el departamento. Nagisa recogía las últimas copas de las bebidas y Karma terminaba de barrer el piso.

—¿Te gustó la fiesta sorpresa?—Pregunta, observando al peli rojo que detuvo su silbido armónico para responderle.

—Estuvo bien, aunque no diría que fuera una sorpresa…—Dice, y devuelve la mirada a Nagisa con esa sonrisa traviesa que le caracteriza.

El mayor suspira y sonríe.

—¿Desde cuándo lo sabías?

—Deberías cuidar mejor tus llamadas telefónicas Nagisa, aunque la abuela tiene la culpa por dejar los mensajes en la contestadora—Agrega encogiéndose de hombros.

Nagisa sólo sonríe con resignación, sintiéndose un tanto decepcionado de que la tan planeada fiesta no haya salido tan sorpresiva como se esperaba. De alguna forma le hubiese gustado ver a Karma genuinamente sorprendido.

—Pídele al mocoso que te ayude.

Las palabras de Gakushuu le llegan repentinamente, seguía fervientemente convencido de que sería una molestia para Karma, sin decir que la planeación de una misión como esa puede ser algo todavía fuera de su nivel.

De nuevo lo observa de reojo, retomó su silbido mientras tiraba los resquicios de confeti a la papelera, no se ve cansado pero aún así…

Nagisa aún recuerda la gran sonrisa del peli rojo al recibir el regalo de la chica, felicidad que a su parecer no era igual que cuando le dio su insípido globo de cristal. Una mueca de frustración aparece en su rostro para luego decidirse por fin.

—Karma…

—¿Hm?—Decía distraídamente el menor mientras recogía las envolturas de unos caramelos.

Nagisa empieza titubear un poco.

—Si… si no estás cansado, quisiera pedirte ayuda con algo…

—¿Qué será?—Pregunta, sin responder “si o no”, lo que lo pone ligeramente más nervioso pero no debía retractarse.

—Bueno… verás, Asano me encomendó este trabajo, que la verdad se me está siendo más complicada de lo que creí, y pues… necesito una segunda cabeza ¿Podrías…?

Nagisa voltea lentamente a ver al menor, y al verlo se sorprende.

Los ojos de Karmas estaban abiertos, en claro gesto de sorpresa, como si no creyera lo que estuviera escuchando. Por verlo así Nagisa no completa su oración y es Karma quien habla.

—¿Me…? ¿Me estás pidiendo que te ayude?—Decía incrédulo, había dejado caer la escoba y dejado la papelera abierta.

Nagisa no comprende ¿Está genuinamente sorprendido?

—Si no quieres…

—¡No!—Se apresuró Karma antes de que terminara la oración, y se acercó tan rápido a tomarlo de los hombros que si Nagisa no supiera quién era le hubiera clavado un cuchillo por mero reflejo—¡No tengo ningún problema! ¡Té ayudaré!

Y sonríe, sin sarcasmo o burla, sólo felicidad y un brillo en sus ojos bronces que hacían que Nagisa volviera a ver a ese pequeño niño que devoraba todas las fresas de su refrigerador.

Era agradable, un tanto peculiar, pero agradable hasta el punto de hacerle sonreír por lo bajo.

—Gracias…

—¡No, aún no me lo agradezcas! Primero pensemos en ese contrato y cuando lo hayas cumplido a la perfección, me agradecerás cumpliendo mis órdenes durante un mes—Dice, regresando a esa sonrisa socarrona y los aires de sabelotodo.

Nagisa sólo suspira mientras sonríe.

—Entonces… ¿Empezamos maña…?

—¡Ahora mismo!—Agrega, empujando suavemente a Nagisa al sofá mientras éste le ve con sorpresa.

—¿Pero no estás cansado? Son las doce y media…—Agrega con algo de preocupación, a la vez de que cae sentado en el mueble.

—Yo nunca me canso—Dice sonriendo tajante a lo que Nagisa parpadea observándolo.

¿Está emocionado?

—Bueno… pero al menos debemos tener a mano la información y las coordenadas del encargo.

—No te molestes, me sé todos esos datos de memoria ¡Ah pero sí que necesitaré unas hojas y marcadores! ¿Dónde habré dejado mi maletín…?—Agrega, desviando la mirada con la mano en el mentón ignorando como Nagisa lo veía totalmente alarmado y sorprendido.

—¡Espera! ¡¿Cómo que te sabes de memoria un encargo de asesinato?!

—¡Ah cierto! ¡En la cocina!—Exclama con una sonrisa pasando por alto la pregunta/reclamo del mayor—ahora vuelvo.

—¡Karma espera! ¡¿En qué momento te lo aprendiste?!

—¡Tengo la costumbre de leer los archivos de tu computadora cuando no estás!

Escucha desde la cocina, y la mueca de incrédula casi no le cabe en la cara.

—¡¿Cómo qué costumbre?! ¡¿Desde cuándo lo haces?!

—¡No estoy seguro! ¡¿Cuándo entré a primaria?!

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo es posible?! ¡Esos archivos tienen un programa especial de bloqueo! ¡Ah! ¡¿Acaso aprendiste a hackear mi laptop en una de las clases Lovro?!

—No es necesario si la clave es la fecha en que nos conocimos—Responde, ya apareciéndose con el maletín en una mano, y en la otra sosteniendo una tasa con fresas, la costumbre de acompañar “lo bueno” con un aperitivo.

La quijada de Nagisa estaba que caía al suelo, eso era demasiado tiempo ¿Y qué hacía un niño leyendo un documento de asesinato de todas formas? Mira como Karma se sienta con total calma a su lado mientras colocaba el tazón de las fresas en la mesa de noche.

—¿Y por qué hacías eso?—Cuestiona, mientras el contrario ahora hurga en su maletín.

—Eran prácticas.

—¿Prácticas?

—Sí, planeaba estrategias y luego las comparaba con las que tú hacías para ver cuáles eran mejor—Explica, colocando un cuaderno y un juego de marcadores frente a ellos, sin ver ahora el asombroso de Nagisa.

—¿Con qué fin hacías eso?

—Para “luchar por lo que quiero”—Responde, ahora mirándolo sonriente, y Nagisa siente un sobresalto en su interior.

Sin quererlo el corazón le late con más fuerza.

—Hace tiempo descubrí que tú fuerte es lo poco que llamas la atención. No sé si es por tu cara de ratón aplastado o por lo bajito que eres, pero a veces tengo que contenerme de darte un puñetazo cuando sólo apareces detrás de mí—Dice, empezando por el tema que le importa desde un principio, Nagisa despierta de su ensoñación.

—¿E-Es así?—Responde dubitativo, sin quitarse del todo esa inquietud en su pecho.

Karma sólo asiente.

—Así que pensé podría ser potencial para infiltrarte, descubrí que si lo empleo más, mis planes terminan siendo más efectivos que los tuyos. Aunque bueno eso es en pura teoría, en la práctica podría ser otra historia—Explica, con un tono de voz menos juguetón y más neutro, Nagisa contempla un nuevo rostro en Karma.

Una mirada de concentración. Despierta cuando escucha que le quita la tapa a un marcador y empieza a dibujar lo que parece un mapa en la hoja.

—Tu objetivo es un ricachón de esos corruptos con una gran mansión ¿Cierto? Se me ocurren varias formas en las que puedas meterte sin que ni una mosca se dé cuenta, pero quiero que me digas cuales te parecen más objetivas y factibles de hacer ¿De acuerdo?—Pide, con una mirada de diligencia que por primera vez aprecia Nagisa.

Para él, no era sólo demostrarle una vez más al contrario lo capaz que es, sino de escuchar sus opiniones y de ver las expresiones que pone cuando le plantee sus estrategias. Lovro había dicho que un verdadero estratega se adapta a la situación, por desgracia por su poca experiencia aún no puede emplear esto, pero puede hacer uso de la de Nagisa.

Esta oportunidad que le estaba dando era apenas el comienzo.

Su sonrisa se ensancha mientras continúa trazando líneas en la hoja y a decir las ideas que tenía en mente, sin notar la mirada cálida que le daba el contrario.

Nagisa internamente agradecía a Asano, porque por primera vez estaba viendo un lado de Karma que desconocía.

Continuará…

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2 comentarios en «Capítulo 26: Regalo.»

  1. Asano tenía toda la razón, bien por Nagisa por haberle echo caso. Espero pronto la continuación y saber que le depara a Karma y Nagisa. Gracias por actualizar. Hasta la próxima.

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