Layla despierta temprano, la idea de hacer el desayuno para alguien más aparte de sí misma la hizo levantarse de buen humor. Fue a la habitación en donde dejó a Karma, el peli rojo estaba cómodamente dormido en el futon.
—Karma—Llamó la mujer, sonríe al verlo abrir los ojos y sentarse perezosamente—estoy haciendo la comida ¿Por qué no vas a lavarte y vienes?—dice con un tono de voz dulce, el menor asiente.
Al cabo de unos minutos estaban desayunando cantidades enormes de alimentos, uno junto al otro. Layla nota el silencio en el menor, llevaba una mirada distante mientras devoraba los huevos fritos que le había hecho, como si su mente estuviera ocupada en otra cosa y dejara el cuerpo en piloto automático.
Se preocupó pero pensó en ser sutil.
—¿Y cómo dormiste?—Pregunta, mirándolo de reojo mientras tomaba un poco de jugo.
—Bien—Responde tenuemente, sin sonar cortante ni nada parecido, pero aún así era distante.
Siguió insistiendo con la sutileza.
—¿Cómo te fue con Nagisa anoche?—Dice ahora, aún cuando lo sabía.
El peli azul le había pedido que lo dejara a solas con Karma en cuanto éste despertara ayer, aunque eso no impidió que escuchara a hurtadillas. Escuchar las palabras del peli azul la conmovieron profundamente y se sintió agradecida, pero también pudo ver el profundo afecto que tenía Karma con él y viceversa.
Hacerle esa pregunta a Karma era un truco, un medio para ver la reacción de éste al mencionar el nombre del personaje con el que convivió todo este tiempo, y así poder ver sus sentimientos y se abriera con ella. Pero está lejos de obtener lo que quiere.
—Bien, dijo que vendría a visitarnos pronto con una tarta de fresa—Respondió con el mismo tono de desinterés y despreocupado.
—¿Ah sí?
—Sep.
—¿Más nada?
—Nop.
—Oh…—Respondió ligeramente conmocionada para sus adentros, si hubiera sido su hija con la que estuviera hablando estaba segura de que hubiera explotado reclamando porque le hacía tantas preguntas mientras hacía berrinche a los cuatros vientos. No sabe si alegrarse porque su nieto no heredó ese infantil rasgo o preocuparse porque el camino a que compartan sus sentimientos será más difícil de lo que pensó.
Pero Layla estaba lejos de ser una adolescente primeriza que no sabe lidiar con su hijo. Por el bien de Karma no se rendiría.
—Después de comer ¿Quisieras salir un rato?—Dijo con una sonrisa maternal.
Caminaron en la arena bajo la luz del sol, al ser un lunes la mayoría de los humanos están ocupados en sus trabajos por lo que la playa era prácticamente de ellos dos. Le enseñó un juego sobre las olas que había visto de unos niños una vez, le señaló unas hermosas caracolas y unos cangrejos en la arena, y aunque Karma se veía bastante entretenido con todo eso, en el fondo se percataba de que su mente pensaba en otra cosa.
Lo llevó a la cima de un acantilado donde se veía el brillo del mar a lo ancho, contemplaba al pequeño admirarlo ensimismado y se sentó a su lado con cuidado apoyándose en el bastón.
—Karma…—Llama, y en el tiempo en que el menor volteó a verla buscó las palabras correctas—¿Te sientes bien?
El pequeño pareció confuso por su pregunta.
—Debí preguntártelo antes pero… ¿Estás bien conmigo? O más bien ¿Quieres quedarte conmigo? —Dijo, ahora siendo directamente honesta con el menor, éste parecía algo sorprendido pero luego niega con la cabeza.
—Me alegra estar contigo—Dice, y la mujer siente algo de alivio—somos familia, y eso me llena. Es sólo que…—hurgó en su bolsillo, tras encontrarlo se lo muestra a la mujer.
Una navaja con decoraciones doradas.
—Siento… que no fui del todo honesto con Nagisa, no le dije todo lo que sentía—Dijo, hablando en voz alta lo que le lleva molestando desde anoche en que veía la figura del peli azul perderse en la distancia—¿Qué es lo que no le dije? Es importante pero no sé que es, no, más bien no sé como describirlo por eso no se lo pude decir, tengo que saber que es para poder decírselo la próxima vez…
Layla lo escuchaba atenta, viendo como el menor hundía su mirada en el acero del arma, en su mirada veía un brillo de anhelo mezclado con confusión. Reconoce ese sentimiento, ella también lo vivió alguna vez hace mucho tiempo…
—Karma, eres muy honesto y directo…—Le dice, mientras su mano toma el hombro del más bajo y lo acerca hacia sí—no dudas en expresar lo que sientes o piensas en palabras, y eso es algo magnifico, estoy segura que conseguirás decirle “aquello” tan importante a Nagisa.
Observa la mirada de la mujer, le dedicaba una sonrisa con un brillo de melancolía.
—¿Estás triste abuela?—Pregunta, la mujer niega con la cabeza sonriendo tenuemente mientras se apega al cuerpo de su nieto.
—No, al contrario, estoy feliz por ti.
El menor no la entiende del todo, pero no es capaz de romper el momento y sólo se acurruca junto a la mujer.
Están bien, se encuentran plenamente cómodos, pero Karma no puede dejar de pensar en aquello, ese sentimiento amargo que le hacía sentir insatisfecho. Escucha un ruido, unas rocas golpear, por reflejo voltea a ver.
No hay nada.
—¿Ocurre algo?—Pregunta la mujer ante su actuar, Karma niega con la cabeza sin quitar la mirada del alrededor.
—Creí escuchar algo.